Este silencio blanco en las cosas que duelen
acaricia las grietas de una casa que camina,
por sus heridas que son sus cauces,
el daño va retornando a la violencia del cuchillo
mar de dagas que una vez salino
y libre,
y arrojado,
volverá a ser brillo en las ventanas de agua,
pestañearán los lánguidos visillos
en el estanque dormido del viento,
alzando ejércitos alados
de los enmarañados nidales,
entre los cánticos del cabello.
Constanza Everdeen ® ©