martes, 26 de noviembre de 2019

Soñé "Será poema".


Hoy soñé un año luz de estrellas.
Lo bebías de mi pecho
con la sed hecha de fuego
como la criatura devorando su noche,
yo te miraba como mira la lluvia
creciéndome dentro un mundo antiguo.
Me llegabas hasta el alma
silenciando los truenos,
abriendo las flores de agua a los ríos.
Me hablabas en lenguas muertas
con tu lengua viva,
volcándome la vida entera
como si fuera la última
de mil que empiezan...

Hoy soñé con todos mis sentidos,
el mejor hombre entre todos los campos de trigo.




Constanza Everdeen ®


domingo, 10 de noviembre de 2019

Versos cartoamantes.


Que nos sostenga esta vida encontrada,
en sueños de ojos abiertos esperada
que no sea enemigo el ojalá.

Porque amor,
en todas las batallas muero contigo
y si vuelvo
es alcanzando tu mano tendida,
tu vuelo de hombre pájaro
remontando el río de lágrimas azules
como esos peces extraños
en la receta de un gato.

Y si vuelves
es acompañando mi destino,
humano grito cartoamante
borrando las huellas doloridas
como el mar vehemente
a nuestros pies esculpidos.

Y si todo se nos hunde
que sea en una nube secreta
en aquella isla soñada
en una vida también vivida.



Constanza Everdeen ® ©



viernes, 8 de noviembre de 2019

Un poema.

Cada poema es un regreso,
una puerta inventada
por donde entrarte.

Una cita improvisada,
en las ramas altas 
de la madrugada,
siempre llovida,
allí donde despiertan
los húmedos corazones
de los amantes.

Cada poema 
es mi ventana encendida
en tu respiración insomne,
invitando al fuego
desnudo y nocturno
que ahoga el verso
dulce y perverso
en gemidos.

Cada poema 
es fiel testimonio,
el verdadero poema
es el que no está escrito.


Constanza Everdeen ® ©

viernes, 1 de noviembre de 2019

Vereda verdadera.

Metida en tu vereda,
bebo tu verdad
que es la mía,
de sabor dulce y amargo
como nuestra danza inconsciente
entre helechos encriptados
y álamos de luna.

En el erguido tallo del girasol
brotando de los campos
de la avena invencible,
en cada vena y aliento
muere y nace el día.

Al abrigo discreto de la vaguada
retozamos sobre el lecho otoñal
con el deseo de mil vidas,
girando el cielo en órbitas de placer
de azul profundo y extendido.

Las nubes deshiladas
nos acarician el tiempo,
la edad de habitarnos
bajo hábitos dementes,
locura incendiada
de los que aman y no se conocen,
de los que no necesitan ser vistos
y anhelan verse.



Constanza Everdeen © ®