Cada memoria es una cripta
donde el olvido lee a oscuras,
las luces que antes cegaron la verdad de los faros.
Hoy son pájaros parados sobre el horizonte
trazos de acuarela en lo que llora el río,
atrezo dormido y polvoriento
de un lugar que me ha negado.
Estatua con otro nombre que vuelve a la vida,
aliento invisible en los días cuerdos
abriendo caminos para otras huellas
en lo que sueña la noche intocable.
Bajo el hábito también duele la costumbre
y la lluvia no viene a dar descanso a la herida
con sus dos brazos que son el misterio,
con el beso inspirador que humedece el alma
y transforma todo en bello pretérito.
Constanza Everdeen.
Te leo. Y tu verso es de tal belleza que ciertamente, bajo el hábito, el dolor es ingobernable. Y la piel de la piedra, aúlla.
ResponderEliminarTransformar el dolor en belleza para que no gobierne, gracias por verla.
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