Hay rincones de mi enredada espesura
que florecen perennemente.
Un secreto amurallado de arrecifes primigenios
senda imposible para intentos débiles,
conquistadores con distintas banderas
y la misma armadura.
Allí arden los témpanos, los silencios
los castigos previsibles del amante miedo,
se arremolinan las palabras, la belleza engañosa.
Allí las promesas sin alma no humedecen la tierra
sólo son revelaciones secas, esqueletos de la imaginación
desvaneciéndose en la curva vaporosa de mi pensamiento.
Desde ese lugar te miro con la verdad
soy el agua arreciando en tu tejado, defendiendo mi fuego.
Soy esa parte de mi, salvaje y virgen
recordándote desde la profunda altura
que tanto temes.
Constanza Everdeen.
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