Todos los días soy otra
dentro del crisol de la constancia
cavilo como una tormenta muda
porque ahora te conozco más
y mis deseos no duermen.
Deambulan exasperados, siempre desnudos
por las estancias preambulares
de esta extraña intimidad
que a veces llora mar.
Bebo de la oscuridad que se levanta
del castigo de tu cuerpo ausente
siento que vuelves y me raptas
y repto como un fuego sinuoso
lamiendo el sendero de icnitas
hasta lo más alto en tu mirada.
Alcanzo a ver el destello acerado
rindiéndose a la belleza de la condena
mientras nos llueve el arte imposible
sobre la realidad de la piel.
Constanza Everdeen
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