Brotan violentos mamíferos de mi boca
de los pliegues y heridas del tiempo,
surgen de las concavidades más paganas y divinas
despeñándose como creyentes convencidos,
se entregan a su oriente
al abismo dulce y alzado que me ofreces.
Sobre ti, te me haces ese acantilado
donde soy perpendicular a tu deseo de océano,
un temporal de espumosas sacudidas
vaciándose en el faro que le apunta y mira
soy la álgida bandera roja clavada en tu marea,
el rebalaje donde tus ojos nocturnos llaman a mis criaturas.
La muerte siempre ajena a la profecía
muerde ese instante que le pertenece,
grita al verte ahogado en la sed de mis dunas de agua,
ya sobre ti abatidas.
Constanza Everdeen ® ©
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