Me alejo del viento que sostiene la idea de escribirte
de arrancarme esta costura de los labios
para ponerle verbos descarnados
a tus escurridizos temores.
El silencio rompe al silencio
cuando se agitan las ausencias y cambian de silla
como trenes veloces atravesando la memoria
dejando latidos deshabitados al borde de las vías.
Ya no me crecen las manos
intentando llenarlas de bellos vacíos
en la esperanza mueren todos tus fantasmas,
los instantes perdidos,
ahora son nubes deshaciéndose en el cielo de una hoguera,
donde ya no ardes.
Dentro del cuerpo caminan deseos distintos
la sangre revela nuevos ríos
en la inquietud de la piel, una noche extraña despierta,
me llama con otra voz
reconozco la oscuridad apretándome la herida
abrazo este encuentro, placer sinuoso,
sólo mío.
Constanza Everdeen.
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