sábado, 22 de marzo de 2025

Ya no me crecen las manos.


Me alejo del viento que sostiene la idea de escribirte

de arrancarme esta costura de los labios

para ponerle verbos descarnados 

a tus escurridizos temores.


El silencio rompe al silencio 

cuando se agitan las ausencias y cambian de silla

como trenes veloces atravesando la memoria

dejando latidos deshabitados al borde de las vías.


Ya no me crecen las manos 

intentando llenarlas de bellos vacíos

en la esperanza mueren todos tus fantasmas, 

los instantes perdidos, 

ahora son nubes deshaciéndose en el cielo de una hoguera, 

donde ya no ardes.


Dentro del cuerpo caminan deseos distintos

la sangre revela nuevos ríos 

en la inquietud de la piel, una noche extraña despierta, 

me llama con otra voz

reconozco la oscuridad apretándome la herida 

abrazo este encuentro, placer sinuoso, 

sólo mío.

 

Constanza Everdeen.


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