Esa sombra agrietada convirtiéndose en luz
es el veneno ahogándose en el río venoso
la desnudez de la palabra ante la mirada fría
un mar de latidos perdidos sin el abismo del beso.
Los rumbos fragmentados olvidan el nombre de los signos
entierran el dolor bajo las piedras grandes
con la lluvia claman por las amapolas desaparecidas
los destinos detenidos huyen hacia los pozos secos.
La sed dormida humedece el silencio áspero
todo sucede distante y rasga las telas de los viejos vestidos
despiertan las paredes que guardan otro tiempo
otros pétalos nuevos que abandonarán la flor.
Constanza Everdeen.
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