Que me busquen en tus ojos
en la arcilla de tus manos
entre esa legión de palabras
que inflama tu mirada
de mar embravecido.
Estoy hecha de ti
de tus órbitas de siete lenguas
deslenguadas y puras
surcando mi segunda piel desvanecida,
delicada de fricciones
cercana al quiebro.
Que me llamen por tu nombre
que yo firmaré con el mío
encendido de fuego,
para que ardan los rumores
de que ya no estamos locos
porque no nos venció esta riqueza.
Que todo sueño trémulo y dormido
despierte a tu lado,
que el mundo empiece
donde tú me terminas.
Constanza Everdeen ® ©
Que todo incendio sea el de tus versos, Constanza
ResponderEliminarDesorbitado te leo...
Debe de ser por la fuerza de la gravedad lingüística, Johnny...
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