Todas las cosas que se llaman por su nombre están hechas de fuego
y yo te quiero ardiendo en mi vida como la sed
con la insondable intensidad
de tus girasoles en llamas.
Navego en la oscuridad que existe entre las estrellas,
volviéndome súbito polizonte
en inciertas partes de tus ojos
cuando me miran con ese halo de extraña y fascinante cirugía.
Locos abisales atravesando olas y cristales
numéricos e incondicionales en la memoria olvidada del mar,
son eternos los recuerdos del vino
llaves hechas del misterio de la sangre.
El universo se me hace pequeño
por eso elijo tu pecho
para habitar entre latidos de oro y jade
y crearte un cuento por cada cuenta del collar.
Constanza Everdeen ® ©
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