La noche me roba el vestido
quiere ser más oscura que el mirlo,
el canto del agua me dice
que el beso ciego de fuegos
es caricia cuidadosa en un descuido
vulnerando la piel salvaje
de la cordura de dos idos,
de vuelta de todo y nada.
Nada hecha de terciopelo
de la humedad de la noble madera
cosmos, vértigo de la ecuación,
la velocidad de un cometa.
Te veo entre mieles y pétalos caídos
como en un jardín pintado
con el ánimo triste y silvestre
atravesando de rayos el techo,
haciendo de las grietas
ventanas donde rondar
con versos polvorientos,
mi silencio.
El silencio sombrío del cuervo
vigilando las lindas lindes,
de tu aliento.
Constanza Everdeen ® ©
De mi ecuación tus besos despejan todo interrogante, Constanza...
ResponderEliminarDeseando despertarte más incógnitas, Johnny...
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