La noche avanza dentro de la noche
en la vereda encendida de oros y rubores
hay pasos que rompen las hojas caídas,
por esta senda de imposibilidad
a lo que ando sintiendo, le falta tu voz.
Vuelve el abrazo aún cálido
salvando caricias perdidas
a otra hora que es la misma
pero siempre en tu cuerpo.
Transitando otra vez, otra edad,
una luz despierta y constante en la casa de la memoria
marea vivaz en el vientre del recuerdo.
La ensoñación tiene tu aroma de musgo y nueces,
de piel de roble herida de letras, de esos nombres
por los que siempre nos llamaremos, Otoño.
Constanza Everdeen.