Cuando me abrazas, leo signos en tu pecho
umbría solitaria y dolida en llamas
rodeando a la presa de la que eres preso.
Roces de mar almibarado
en los labios hendidos del beso,
que siempre te ha esperado
y tus crueles bocados haciendo justicia
entre los muslos del pan.
Para que tus ojos no miren otra complicidad
afilo el silencio bajo el torrente de imágenes
donde la furia vestida, desnuda tu multitud
y hacemos la claridad de la primera flecha
que atravesó nuestro misterio y probabilidad.
Ando entregándote la última sangre
porque mereces el amor
y yo no duermo componiéndolo
arpando las palabras que nos respiran
desde que se hizo el tiempo.
Constanza Everdeen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario