Cuantos espejos rotos llevas en los ojos
que se me hace maldición tu mirada,
no me pongas título ni nombres
soy el poemario y aquellas nubes.
Llena de respiración me lanzo a tu vacío
con la cordura suicida de un sueño nómada,
entre los delirios del mar y el viento,
como una historia corta que se vistió de leyenda
y terminó en otro puerto de humo.
Quizá intacta en otra vida tejida
alcance la inmunidad donde bailan los muertos
como nacen flores en los muladares
o en el corte del asfalto,
siempre habrá pan de oro para el hambre herida
porque la cicatriz lleva la cuenta,
sin saber del tiempo.
Constanza Everdeen.
Siempre sublimando sentido y sentimientos. Brava mi hermana
ResponderEliminarSe puede extraviar la brújula, pero el norte no pierde el norte, gracias.
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