Debería llover
cada vez que me falta el aliento
y así se abrieran campos de lavanda
en el espacio donde se dibuja
el camino hacia dentro.
Debería ser un beso
la puerta engalanada de luciérnagas y flores
la que anunciase la entrada
a lo más infinito y real de un secreto.
Y así todos los extremos y apéndices de la vida
acariciasen sin tiempo
la carnalidad del cuerpo.
Deberían ser las palabras
hilos de humo, de fuego
las que tejiesen la historia
entre la luz del día
y las íntimas sombras de la noche.
Y así se hiciera valiente la complejidad del ánima
ante el sencillo amor que te habla.
El único que habita aquella aldea.
Constanza Everdeen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario