Es nacimiento colosal
tus manos obstinadas
en mi costilla,
como si quisieras aferrar
hasta el último suspiro.
Ahuyentas los pájaros carnívoros
con mis cascabeles curiosos,
anidándonos caricias
de pequeñas plumas azuladas.
Despegas la piel de la fiera
desvanecida de resistencia,
hallando en su envoltura
todo lo que te hace invencible.
Metales en sangre
y el peso de un mundo dormido,
no apagan la fragua
que alteran mis cauces.
Muerdes la dicha
y encuentras penitencia
sin discordias,
brotan nuevas cicatrices lunares
y manantiales no bebidos.
Creces en sendero de coloridas geodas
abriendo simas de fuego
con tu espada candorosa.
Escribo sobre una espera
tejida de anhelos y afectos convalentes,
sobre la mitología de lo palpable.
Espectacular bordado de palabras, te sigo leyendo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias... y abrazo correspondido de corazón.
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