miércoles, 23 de octubre de 2019

Desacantilados.

En mis oraciones somos desnudos
y no perdonamos la noche,
la castigamos de fuegos
de juegos esculpidos en llamas.
En mi rezo,
me haces besar los cristales
mientras la tempestad nos mira desde fuera
y me la traes dentro.
Serena y desacantilada
en el fuerte amarre de tus manos,
grito lo que tú solo oyes
y te rindes al mar y al canto
como los mitos viajeros.
En mi adoración
el tiempo es carnoso y dilatado
es el verde brotando en la sequía,
las flores más sencillas despertando
con el brillo del sol en el rocío.
En mi súplica
se funden los metales de la espada
y todo se vuelve alimento sonriente
mecenazgo del hambre,
la descarada redención 
donde arden los laureles.

Todo lo que pido 
me lo das multiplicado
y no ruego por los números,
bebo de la fuente.


Constanza Everdeen ® ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario