Traviesa travesía
la de tus manos navegantes
creciéndome la tormenta a oleadas
con caricias de sombra soleada,
hasta afinar mi lánguida renuencia.
Como el rayo parte el deseo en el cielo oscuro,
resplandeces mi rostro con tu lenguaje férvido
con el silencio milenario del dolor ahora huido
en el vuelo de las renacidas aves.
La cumbre, tu parpadeo mortal,
el agua rota en el suelo nos dibuja un nuevo destino
la siguiente estación, un campo de flores nevadas,
otro estío...
Me tienes en constante temporal
de mar hirviente e intemporal
bailándome entre vaivenes
de alzadas mesanas y duros raíles
guardando el dulce para mi inquieto paladar
y tu sueño despierto.
Constanza Everdeen ® ©
Desde un silencio milenario, te leo el destino en el paladar y renazco.
ResponderEliminarEntregada a tu lectura, a mi destino...
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