Abre mi blusa, quémate los dedos
dentro tengo un libro prohibido,
guardo relatos de dudosa decencia
sobre la vida que no quiere ser fingida.
Dicen de los versos rotos,
de la piel arrancada de Anteros
que imploro y desespero
pero hay historias de sangre limpia en ellos,
sucesión de justicias, saltos de agua
que mantienen mi cuerpo entero.
Lo que escribe el alma, lo prende el beso
rebosa en el rubor de los hayedos
en los límites que rebasan tus manos
y hacen de la fantasía, hechos.
Levanta mi falda y recoge esta cosecha,
en la ciudad de los mágicos desastres
hay espacio y fuerza ilimitada
para levantar torres y puentes.
Se Dios en mi umbral,
en las desaforadas fuentes
y esparce como el viento tus sabias semillas,
como savia en los campos de lo incierto.
Constanza Everdeen ® ©