martes, 1 de septiembre de 2020

Mantras desordenados.



Acaríciame como el viento a las dunas,
haz de la brisa el susurro donde te hundas
como un secreto sin edad,
caminando de puntillas
en el beso leve y oscuro.
Moldéame este cuerpo dúctil,
erosiona este deseo sin término,
quiero alcanzar el mar
hasta hacerme óxido y sal
en tus dedos.
Levántame las comisuras
despierta los tejados y los gatos,
llévame a la cumbre más alta de tu cordillera
y déjame caer,
igual que esa gran ola anegadora
que nada te niega.
Desvísteme de este poema,
ante los ojos de un nuevo planetario,
cúbreme con mantras desordenados
frente a esas brasas que envidian nuestro fuego
como ceremonia, tradición que perdura.




Constanza Everdeen © ®


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