y escribo que he visto el aire,
cómo el invierno se ha vestido con novelas vacías
ocultando su sed de musgos húmedos.
Miro el lecho grabado,
los cristales llovidos donde no se refleja el tiempo
parece una sucesión de ensoñaciones
de crímenes justificados
por las calles lascivas de un cuento.
Los ojos empedrados del día
siguen el camino lento de las nubes desanimadas
entre los disturbios murmurantes del alma,
llora la copa todo el vino,
sangra la fuente porque no sabe qué hacer
con tanta inmunidad.
Constanza Everdeen ® ©
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