Las ventanas parpadean
siempre abiertas, incluso dormidas
ante el deseo que late en los cristales
tu voz mueve mis cortinas.
Entras entre velos en mi secreto
limpiando criptas y memorias desvaídas
como si no me conocieras de más de una vida,
la brisa no tiene prisa al levantarme la falda.
Hoy baila todo en la cocina
ollas y cuchillos se disponen
y hasta los pensantes rincones seducidos
ondulan por la alegría que les viene.
Ando abrazándote en todo
enredándome entre las plantas
igual que las manos a la muerte
acaricio todos los enseres
como si me despidiera.
Soy yo quien sostiene las paredes
que derrumbarás discretamente
con ese estruendo tembloroso
del hombre que murmura el amor
en mis oídos de tejedora.
Hoy baila todo en la cocina
ollas y cuchillos se disponen
y hasta los pensantes rincones seducidos
ondulan por la alegría que les viene.
Ando abrazándote en todo
enredándome entre las plantas
igual que las manos a la muerte
acaricio todos los enseres
como si me despidiera.
Soy yo quien sostiene las paredes
que derrumbarás discretamente
con ese estruendo tembloroso
del hombre que murmura el amor
en mis oídos de tejedora.
Constanza Everdeen ® ©
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