Clavada en la voz de tu pirámide
dejas huella en toda constelación,
resuena tu gemido imprevisible
como acorde de llanto de amor febril
despertando mis hambrientas lunas.
Haces de mi vientre
arraigo laberíntico
de vida vertida
en triángulo invertido
danza de sándalo y mirra
en un hogar sellado.
Pajarillo escurridizo
anidándome la alegría
entre las heridas retorcidas,
ida y desmemoriada
me aferro a este lienzo
testigo envolvente del ritual.
Las pupilas un grito,
una súplica encarnada
en marea salvaje,
que trae a mi náufrago hasta su isla
fiero y desvanecido de inviernos.
Cifras cifradas en tu lengua
caen por la grieta abismal
hallazgo patente e insalivado
del que no sabe nada
y todo me lo entrega.
Orión nace de tus manos hercúleas
en un número primo
que ya no se siente solo en las mías.
Constanza Everdeen ® ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario