Sé de un hito histórico
invadido por un musgo histérico
que amorosamente se aferra
a sus fijas e infinitas magnitudes.
Persevera en el asedio del almanaque
para adelantar los equinoccios,
catorce páginas y llega a él
despeinada y con zapatos de otra época.
Como en trance de gato
ojos abiertos como lunas
furor súbito de veleta temeraria,
no se sabe qué origen tendrá el vendaval.
Monumento a la distancia y a la constancia
conocen atajos entre crípticos sueños
donde son dueños de territorios
sin líneas divisorias y con libidinosos aranceles.
Sé de una pétrea señal que tiene sed
y fotogenia numérica e invernal,
que me va dejando pistas a pie de página
entre las hojas secas de la húmeda imaginación.
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