Me abres el hambre
como el cielo en una ciudad
de poemas silentes,
en un Berlín inundado
de amorosa pornografía.
Sombras y volúmenes
proyectados en paredes
que soportan cada envite,
cada verbo insolente.
En el azul de la noche
descubrimos todos los caminos abiertos
como si fuéramos dueños de toda válvula
y palabra secreta.
Excediéndonos delicadamente
los contornos sin límite,
a través de una invasión
que no entiende de avisos
ni consentimientos,
como glorioso mendigo de su reino
luminoso delirio de cuarzos ruborizados.
Constanza Everdeen. © ®
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