Soy dama de noche en tu jardín
invadiendo en lengua de aromas
tus índigos pensamientos,
interrumpo tu alma concentrada
buscando desbordar la línea
donde cede el hombre
al llanto, a la alegría salvaje.
Te recibo y entras
por cada cicatriz callada
por cada pliegue estratégico
de piel tensada
y detenido aliento.
Alimentamos la premura,
el ahora desesperado
cada latido es un diluvio
debatiéndose los cauces.
Trazas sin trazo tembloroso
límites y abismos ultramares
y me tiemblas,
te tiemblo.
Oscuras calles inventadas
por pájaros sin cordura
cantan nieves encumbradas
y encuentros boreales,
donde no se puede añorar más,
la cercanía al cielo.
Constanza Everdeen © ®
No hay comentarios:
Publicar un comentario