Tu llamada es una llama
una aldaba en mi pecho de luna
donde yaces a salvo
entre aguacero de campanillas
y esferas voladoras.
Entre mis brazos y mis piernas
la gruta retirada, secreta
resguardo de los ásperos temporales
que azotan la palidez de tu día.
Contra la corriente
siempre a favor de nuestra caricia
del río y de la vida,
como inquietos roedores
de trabas prefirmadas
y diáfano destino.
Me afloras sin rendirte
entre esos rojos vivos y resilientes
en esa reverdecida llanura
de cereales y confianza.
En este instante
en el que comienza el mundo
hilvano todos los poemas
para decirte que te amo
y que también te creo.
Constanza Everdeen © ®
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