El cielo de la mujer imperfecta
sueña con el abrazo difícil.
Espera como una novia descalza,
enfriando los pasos de todo un verano
tras la puerta de un mundo y su gato,
de penumbra antigua y brisa de incienso.
Anhela abrirse a el otro lado, a la vida
y ver aparecer al hombre despojado
de páramos y cargas,
solo el hambre y la belleza,
dentro de sus ojos de piélago,
en el compromiso dulce de su boca .
Se traen, se llevan
y en el mismo umbral se dan,
ruedan por las estancias
toda la magia sin trucos,
rueda la realidad de los amantes.
Y es seguro que un día llega el hombre
y entra en la casa y en la mujer.
Constanza Everdeen © ®
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