martes, 16 de julio de 2019

Ofrenda en el tercer peldaño de un eclipse.

Ábreme la noche, amor
hazme temblar como las estrellas
que el brillo de esta agonía
luzca en la cúspide de un fruto rojo.

Navégame este mar ciego
desordéname en veinte palabras
sabes que caeré fulminada
en la primera sílaba insalivada.

Déjame respirar tus semillas
desbordarte los silos
con un gesto oscuro,
brotará la profundidad de tus aguas
y se ahogará la voz.

Ándame todos los pasillos y penumbras
llena de tu cuerpo encarnado
como un dios salvando
al templo tremeroso de la luna.

Ven, agítame este amor que te tengo,
borremos los nombres a los versos
agarremos nuestros relieves,
y así , lo poseeremos todo...


Constanza Everdeen © ®








5 comentarios:

  1. Hay un corte entre mis cejas, es su verso que me sangra. Nace en el filo de su alma hasta rodar a la comisura de mis labios estremecidos...

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  2. Cuando el poema es plenilunio, el corazón del peregrino se llena de un amado silencio.

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