Del cabello a los tobillos
te guardo hasta los besos no dados.
Los lluevo sobre los acantilados
en las tierras altas de tu alma,
allí donde la mía
sueña con tu cuerpo
entero y a salvo.
Te guardo los besos
paseantes clandestinos
en los acuáticos jardines,
fugitivos entre los pájaros acróbatas
y la sentencia de los mitos.
Te guardo los besos
viajeros saltarines
en las vías nocturnas,
de travesaño a travesaño
de mundo a mundo
cada vez más constelado
de oráculos tintineantes.
Te guardo los besos
en la ardiente órbita de un cometa
que acude a su pregunta,
en el reverso de tu abrigo
donde esconde su cara la luna.
Te guardo los besos
porque todos son tuyos y míos.
Constanza Everdeen © ®
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