Hay días tan tristes
que hundirían barcos.
En lienzo nublado
se pierde el firmamento,
sin locos marineros
ni sirenas naufragadas
solo quedan islas
y sus estrellados restos.
En algún lugar
dentro del cuerpo
algo se transforma
en espirales
y sonríe tranquilo,
descansa sobre el pecho
como el sol poniente
en el lecho de la luna.
Hay días tan radiantes
que son campos dorados
de duro trabajo,
quedándose pequeña
la palabra "amantes"
y la boca se hace
un túnel del tiempo,
donde el silencio se lanza
como un suicida de pelo rojo
al valor de lo sagrado.
En algún lugar,
habitación divina y abisal
el carbón nos dibuja
lagunas y diamantes,
recuerdos florecidos
entre atrevidas sílabas
donde nos vivimos despacio.
Hay días, en algún lugar, siempre...
Constanza Everdeen ® ©
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