domingo, 23 de junio de 2019

Anís estrellado.

Las musas no barren con escobas falsas,
hacen de nosotros, la sonrisa
en esas tumbas de desamor
que cavaron otros.
Esta hojarasca nostálgica
que a veces nos invade el sueño
y la noche estrellada de desasosiegos,
no perdonan los temblores
de la cara de la luna
que no te alcanza,
los anises en el pecho.
En la constante llamada
reposamos la esperanza
acariciándola con plumas
y colmillos doloridos
de no morder.
Hasta el silencio tiene tu rostro
donde me arrancas las vestiduras
y te vacías de mi nombre
como el secreto que quema por dentro,
como el núcleo del solsticio
en el centro de la nave,
donde tiene el mar su amarre.
En todas las cosas, a todo tiempo,
si me pierdo en tu mundo,
me encuentro en el cielo.


Constanza Everdeen © ®



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