viernes, 21 de junio de 2019

Cuerdas y cordeles.

Tu voz recita la tarde caída
sobre las cuerdas voladoras
en mi piel tendida,
rociando gotas obscenas
sobre la manzana más alta
la de la miel más encendida.
Tiro del cordel tildado
en la punta de tu lengua
y se desvanece el telón
que cubre nuestra escena apareada
verbo, carne y oración,
tú, amor...
me regalas penitencia.
Anhelo el desmayo en los brazos
de tu silencio de fuego
y que me lleves y me poses
sobre el suave lecho de agua
donde haremos la ofrenda
hasta las flores más tímidas.
Traeremos los rubores
a esos dioses de distintos nombres
con este torrente de perfumes orientales
de sed sin desiertos
de amor desafiante.

En la espera dentro de la espera
cabe toda la esperanza,
cuerdas, cordeles y otro tipo de cordura.


Constanza Everdeen © ®





2 comentarios:

  1. En el deleite de estos versos amanece la urgencia del sol. Un delicioso poema.

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