Abrazados sobre la hierba seca y nacer,
nacer juntos y solos.
El cielo sueña con el calor de las raíces,
carne y músculos de roble retorcidos
entrándose a través de la lluvia filtrada.
El cielo le hace el amor a la tristeza
y nunca duerme.
La tierra imagina nubes
creando en el vuelo de las águilas,
la señal y la fortuna,
la suerte de un jardín compartido
de pétalos tangibles.
La tierra le hace el amor a la esperanza
y nunca duerme.
Miramos la poza de piedra oscura
y el agua, el destino se nos hace transparente,
se nos hace un molino invisible.
El cielo y la tierra se remueven por amor,
el sueño y la imaginación nunca nos duermen.
Constanza Everdeen ® ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario