Mis versos son protesta,
devolviéndome algo de justicia.
Esta soledad no tiene nombre,
es profunda y legítima como el mar
donde ahora se ahogan
los buques del pensamiento,
en bucles que laten
perdidos en la última cordura.
Mi voz no cubre esta distancia
muere antes de llegar a tu orilla
y también la distancia es la sed
pero el hambre no muere.
Mi cuerpo busca tu cuerpo,
quiere desaparecer a través de tu piel
como el agua filtrándose en la roca,
para abrirte otras cuevas
de afiladas y caprichosas puntas
que se claven en el temblor de la tierra.
Y marcarte de dientes el alma
mientras rodamos por la umbra,
entre raíces y saliva,
frenéticamente llenos,
hasta esa explosión de colores y fragancias,
donde te siento llover y llevarme a las estrellas.
Juntos caemos y es breve.
Y se vuelve oscuro
y se hace eterno,
este dolor de no poder decirte,
mirándote a los ojos
que mi cuerpo busca tu cuerpo.
Constanza Everdeen ® ©
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