Cuánto naufragio en cada lágrima,
cabe el infinito en cada celda de agua.
El espíritu cae por el abismo salado
hasta el paradero desolado
donde no responde ni el eco.
Algo dentro de los ojos
no me deja dormir,
el diablo a los pies de mi cama
mira la herida líquida y sonríe,
no existen las cuerdas
pero sí, los títeres.
Hoy tampoco tiene nombre
y las horas serán igual de lentas,
si me abres el silencio, encontrarás otro
y así hasta donde terminó la voz
y se hizo todo oscuro y resonante.
Quizá mañana sea menos violenta la vida
y me vista de un color bonito,
cercano a tus ojos.
Quizá otro día escriba para que llueva fuera
y pueda unir el llanto,
al canto acogedor del cielo.
Constanza Everdeen ® ©
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