Señalándote el norte perdí el rumbo.
Me convertí en nómada suicida de tus formas deshabitadas.
Pasé hambre bajo los puentes que te construí.
No se secó el cauce porque desbordé como afluente entregado.
Un día me levanté, abrí tu armario y no encontré nada que ponerme
Todo era un paraje despoblado donde nada era de mi talla,
sin ternura que vestirse.
Me fui como vine, desnuda
con el cuerpo y alma flexible a la vida,
y un par de estigmas que ahora son una constelación en mi piel.
Un recordatorio sin alarma,
de que con los despojos de tanta miseria,
el que se hizo un traje, fuiste tú.
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