Quizá tengamos razones para esperar sentados.
Razones para despojarnos de miserias y verdades,
para devorarnos las mentiras y fingir que no llueve.
Razones para maquillar las sombras y regar el infierno
con ganas de las buenas.
Todas las razones para quedarnos o salir corriendo.
Dejarnos miguitas por si queremos regresar a la curva donde nos matamos.
Recordar todas las razones que sin miedo,
desafiando a toda aritmética e intención,
nos hacían temblar las piernas.
Quizá así nos demos cuenta de que no hemos olvidado las razones,
encontremos la rima dentro de la arritmia,
y lejos, muy lejos de la sinrazón.
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