Nos entramos hasta el alma
adheridos como líquenes brillantes
a la madera y a nuestra manera
con la vehemencia del primer deseo.
En esta soldadura
sensible y temeraria
cuando la tierra se abre
más se unen nuestros latidos.
Las ansias fundidas
sobre nuestras pieles confundidas
entre metales preciosos
y graves grabados
en la profundidad salvaje
de las pupilas enfrentadas.
Desapegados de fríos
los errores errantes,
dejan el espacio
a la bohemia escena
donde nos escribimos
con los labios.
Por senderos de serendipias
sabiéndonos buscados,
nadie nos ve bailar
solo el mundo y el tiempo.
Constanza Everdeen © ®
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