Tengo cinco "quieros"
repentinos y constantes
de una lista que se me hace eterna,
una comanda de deseos incontables
de imposible cercanía
a su descripción.
Quiero todas tus vocales ahogadas
en la profundidad del musgo carmesí.
Quiero la consonancia y resonancia
de cada uno de tus gritos
en la piedra de mi templo.
Quiero admirarte
ante ventanas sepultadas
y solo ver pequeñas muertes
que te hacen más vivo,
en mis manos vacías
y llenas de realidades.
Quiero que te levantes como el viento
cuando veas mi falda moverse,
que sea tu bandera blanca
hundiéndose en mi paz.
Nos quiero anónimos
flotando en el mar
dejándonos hacer
por esta cíclica marea
que nos arrastra
al umbral de la primera puerta,
a las escaleras del primer quiero.
Constanza Everdeen. ® ©
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