En esta canícula de hojas temblorosas
mis letras danzan
en tu genio de Oriente,
me salvan tus gestos de cristal
la sinfonía y envergadura
de tu tierra de soles
por brotar.
En mi horizonte
el deseo de tus olas
rompiéndose en mis ojos
y el mar de tu simiente
alada y gimiente
como un canto hermético.
Me hierve la vida en marmitas
en recetas a propósito desmemoriadas,
destilando el arte y esencia
de este amor sobrenatural.
Tiznados de cenizas
nos hacemos llover hasta el suelo
huimos entre aguaceros,
nunca a través de la misma hoguera
como animales gritándose verdades
en la boca de dientes crecidos.
Anhelo de tu mordida
antídoto de este arrecife
desesperado por tus mareas,
anhelo de tu abrazo
para que descanse el alma de esta distancia
entre tu cuerpo y el mío.
Constanza Everdeen © ®
Muere uno al leer estos versos...
ResponderEliminarComo si alcanzase a tocar la tormenta con la yema de los dedos.
Versos para alcanzar la vida...
Eliminar