martes, 13 de agosto de 2019

Notas cítricas.


El hombre de la armónica
me lanza agudos descarados
envueltos en una dulce melancolía
que humedece hasta el aire.
Tengo su canción en la punta de la lengua,
sacándome acordes encerrados
de mis locas caracolas.
Si me mira otra vez
le abriré mi puerta de azúcar,
se derretirán hasta las nubes
como lluvia cítrica,
sobre el temblor de los suelos
por donde rodará su sombrero.
Sus tablas son leña en mi hoguera,
sus leyes no son palabras,
es el camino que traza hasta la entrada
el baile en el filo de un abismo,
la clave de sol clavada
en el lecho del pentagrama de la bruja.


Constanza Everdeen ® ©




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