Llegas puntual y sin reloj,
me acaricias y todo parece fácil
descargado de odiseas y de islas remotas.
Descansan los libros de un solo ojo
sobre el vientre del eclipse
aunque no exista destino sin tormenta
y se rehagan los ovillos.
Callan los nombres y sus llaves
se abrazan los botones con sus ojales,
mientras nos vemos en los ojos
la presencia emocionada
como ese encuentro
entre el mar y el desierto.
No quiero que se me vayan estas marcas de agua
que me dejas en las puertas de la sombra,
reza la piel por las huellas indelebles
donde duerme tu fuego escondido.
Nos arden rubíes en el pecho
aventurar a lo encarnado,
es la fortuna de hacernos girar.
Ofreciéndonos la herida, la llaga
para creer, crearnos más,
nos atravesamos el claroscuro
hasta tocar el alma del espejo.
Hay en tu lectura,
el bello universo de esta locura despierta.
Constanza Everdeen © ®
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