El faro vigila a sus estrellas curiosas,
el viento las mueve, las hace sonar
como campanillas silenciosas
en un tramo de noche extraña
donde despierto en un nimbo ensoñado.
La Luna y su tarea
meciendo anhelos escondidos,
los pájaros mudos,
la hierba quieta,
nada delata mis pasos.
Todo lo latiente y espontáneo
me lleva por un camino
de roca y nombre sostenido en mis labios,
a pie de acantilado descalzo
marcado de huellas desnudas,
como la imagen y el deseo
lleno de ti en mí.
Flota la blanca nube
sobre un mar de calma entre mareas
me ofreces, me provocas
te yergues suspendido
en mis aguas confiadas
y salto.
Te salto entera
a través de vapores
ciega de algodones
húmedos de vida
para clavarme en tu corazón de isla.
Constanza Everdeen ® ©
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