lunes, 30 de julio de 2018

Antisentido común.

Pasa a menudo que el sentido común es lo que nos aleja de lo verdaderamente importante.
De uno mismo. De ese que ves y no miras en el espejo todas las mañanas.
Nos lleva a una acción filtrada por distintos ministerios y convertimos lo cortés en un atentado
contra la valentía porque somos cobardes pero con buenas palabras. Nos situamos en digna y falsa prudencia, no vaya a ser que nos dejemos seducir por la anarquía y nos pongamos a llorar.
Es mejor ahogarse y que el maquillaje permanezca intacto.
Las emociones protagonistas secundarias, figurantes organizados como un divino vestidor,
disfraces por colores y tamaños.
El premio para el manual de autoayuda y que se vea, en la mesa de centro, ideal.
Todo subvencionado por una autocracia teledirigida , vivimos en una granja, nos ordeñamos la libertad. Hasta nos dan tiempo extra para ello, asuntos propios, nos apropiamos de tus asuntos. Competimos por ser el más guapo del rebaño y con el toque de excentricidad preciso.
Hay que ser comedido en todo y no comerse nada, lo Aristotélico siempre es un valor seguro.
Consumiendo para no consumar nada, exprésate y tu casilla tendrá una X.
Prepárate para recibir.
Y si aún quedan fondos en ti, préndeles fuego, excédete continentalmente. Disfruta de tu mortalidad,
al menos durante un día. Concédete ese asueto (rebelión ociosa auto-programada por ondas hercianas), tranquilo todo está convenientemente regulado.
Si vas a desnudarte hazlo en horas de audiencia. Lo importante no es tu corazón si no los que te llueven en la pantalla.
Común y sin sentido.

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