Desde el otro lado de la laguna
la callada tristeza escucha y entiende
letanía de salinos silencios, algas enredadas en los dedos
para que no muera
lo que una vez estuvo vivo en sus manos.
Los gatos habitan la casa evitada
sueñan tranquilos entre las paredes que ya no hablan
sobre lo que han visto y guardan,
la memoria es una piedra pintada de tres cabezas.
El alma da el paso decisivo,
el alma no puede devolver los besos que no dio
están ardiendo dentro de un paraíso extraño
pronto serán once pájaros nuevos en el cielo,
peces de cristal rompiéndose
en el brillo de la oración del antiguo barquero.
Todo juicio quedó en la otra orilla
el loco en forma de caracolas lo recoge
porque todo lo que escoge es todos los días,
en los márgenes sensuales de esta poesía
rendida por valiente.
Constanza Everdeen